Rosa Sauras cambió hace tres años su vida de manera radical. Dejó atrás la localidad terolana de Andorra para establecerse en Tapia y poder matricular a su hijo Cristian en el colegio Edes, donde el joven se adaptó con rapidez y ha experimentado importantes cambios.

-¿Cómo llegaste a Edes?

-Mi marido era asturiano y familia de uno de los docentes de Edes. Tuvimos un problema con Cristian en el centro de educación especial donde estaba matriculado y decidimos mudarnos para que él pudiera venir a este colegio. Allí estábamos contentos también, pero el centro no tenía como Edes un programa de actividades de tiempo libre, ni tampoco existía una residencia como la que hay en Tapia y que nos facilita mucho las cosas.

-¿Cómo ha sido su evolución?

-Le va muy bien y ha cambiado mucho. Atiende y habla más, también explica mejor las cosas y, aunque sigue nervioso como siempre, lo veo mejor. El problema de Cristian es que cuando no le salen las cosas como él quiere, se pone muy nervioso. Mi marido falleció el año pasado y para mi es un sacrificio estar aquí porque no termino de adaptarme, pero estoy contenta por Cristian, se ha adaptado muy bien.

-¿Qué opinión tienes del colegio?

-Se portan muy bien y me ayudan mucho. Para mi es fundamental el programa de ocio y las actividades del verano. Es una gran ayuda y estoy muy contenta porque además Cristian lo pasa bien.

-Este curso termina su periodo de escolarización en Edes ¿Cómo afrontas el futuro?

- Lo afronto con inquietud, la verdad es que aún no lo he pensado mucho y tampoco se lo he dicho él.